El envejecimiento será el principal motor de cambio de nuestra sociedad, no la tecnología, el cambio climático ni la globalización, tal y como afirmó José Augusto García Navarro, Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), durante su intervención en la Comisión de Derechos Sociales del Senado.
Y es que el envejecimiento de la población provocará una transformación social que traerá nuevos modelos de atención sociosanitaria, nuevas leyes, y cambios en los modelos de residencias y hospitales. Eso llevará a tener que afrontar retos importante, como pagar las pensiones y afrontar el gasto sociosanitario, abordar fuera del calendario electoral la sostenibilidad del sistema de pensiones y adaptar nuestro sistema de servicios sociales y sanitarios al envejecimiento progresivo, entro otros.
Pero el envejecimiento es también una oportunidad para incrementar la productividad, intercambiar con las generaciones más jóvenes bienes materiales y no materiales (como la educación, los valores o la experiencia) y establecer puentes entre jóvenes y mayores. En el futuro «veremos el nacimiento de leyes antidiscriminación por edad (igual que las de igualdad de género)», indica el Presidente de la SEGG.
Toda esta transformación pone de relieve nuevos deberes como sociedad. Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología destacan como principales los siguientes:
- identificar y luchar contra la soledad no deseada
- implicar al mundo local y las redes vecinales
- utilizar nuevas tecnologías y favorecer compras de TICs a los mayores
- introducir el concepto de pobreza en los identificadores de población de riesgo
- potenciar y priorizar programas de investigación para combatir el envejecimiento a nivel molecular
- participar en el debate de las nuevas terapias antienvejecimiento (ciertas y falsas)
La SEGG advierte que habrá que se deberá también introducir el envejecimiento como prioridad en todas las disciplinas académicas: Medicina, Enfermería, Psicología, Terapia Ocupacional, etc. Además, contar con unos presupuestos y regulación dedicados a promover ciudades y entornos con políticas activas de «healthy ageing», y dar soporte a las personas que adapten su hogar.
Durante su intervención en la Comisión de Derechos Sociales del Senado, José Augusto García Navarro planteó también algunas transformaciones que deberían llegar a los hospitales y residencias de mayores y expuso los resultados de una encuesta según la cual un 99% personas elegirían vivir en hogar y no en residencia.
En este contexto, se debería definirse un nuevo modelo de atención basado en algunas premisas como la promoción de la autonomía; potenciación de la comunidad y de servicios domiciliarios; funcionamiento de centros de día más terapéuticos e integrados con el sistema de salud; construcción de más viviendas accesibles, saludables y con servicios; y acudir a las residencias solo las imprescindibles, y adaptarlas a la Covid-19.
Hay que fomentar un nuevo modelo de cuidados de larga duración y prestar especial atención a los servicios domiciliarios. Los cuidados no solo deben ser en residencias, sino que es conveniente tener más teleasistencia estableciendo el derecho subjetivo a ésta en personas dependientes que no viven en residencias, más ayuda a domicilio y revisar el modelo de copago, así como agilizar los procedimientos administrativos.
La transformación por el envejecimiento tendrá repercusión en la profesión médica sobre la que habrá que tener en cuenta que en los 51 países de Europa, faltan más de 1 millón de profesionales para cuidar a personas mayores y un tercio de los médicos se jubila en los próximos diez años, advierte la SEGG.
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